- Los que escriben un diario, es porque se sienten solos.
+ No es verdad. Es porque tienen algo que contar, porque su vida es diferente. Y, aunque nunca lo confiesen, siempre esperan que alguien lo descubra, lo lea a escondidas para así poder conocer la verdadera personalidad del autor.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Criticaste tan duramente a quien tanto se parecía a ti que me llegaste a dar asco.

Pretendes que perdonen tus errores, en cambio no eres capaz de perdonar los míos. Lo siento. Cariño, no puedo más hasta aquí llegan mis ganas porque todo salga bien. Se acabó.
Nunca se sabe hasta que punto la decisión de otra persona, puede cambiar tu futuro radicalmente. Es irónico y a la vez alucinante como esa misma decisión que en un determinado momento te hizo pasarlo mal ahora te saca tu mejor sonrisa, incluso podrías atreverte a gritar a los cuatro vientos, que eres FELIZ, con todas sus letras.

martes, 1 de noviembre de 2011

Hoy todo esta bien.

Me gustaría escribir algo, pero la verdad no se por donde empezar. Nunca me ha pasado algo igual, tengo tantas cosas que decir y tan pocas que contar, que no se si empezar por el principio o directamente por el final. Si digo que soy feliz, no mentiría y es tan extraño como cierto, pero por primera vez en mi vida esa felicidad no va ligada a nadie más que a mi misma. O quizás si.
- Hoy volvimos a hablar.
- Tú, ¿Con quién?
- Con su amigo. Sé que es de zorra, pero no me puedo controlar, ese niño me pone y cada vez que me dice cualquier cosas...
- Tía, tenemos 17 años, dentro de uno nadie se acordará de lo que hacias, esta edad solo se tiene una vez y debes disfrutar de ella, nunca más volverá hacer 1.11.11, y no hay que perder el tiempo pensando en que dirán los demás. Lo importante eres tú. ¿Eres feliz?
 - Muchísimo. Y más teniendo amigas como tú.
- Jajaja, pues no seas más tonta y llámale.Queda con él diviértete hasta cansarte. Y no mires por nadie, solo por ti misma.Total eso es lo que siempre hacen ellos. Todo el mundo mira por si mismo. Y creo que es hora de que tu hagas lo mismo y empieces a mirar por ti. Porque si no lo haces tú...
-...nadie lo hará por mi.
- Exacto.
- ¿Sabes que te quiero muchísimo?
- ¿Sabes que yo más?
- Voy a llamarle ahora mismo. Gracias.
Si hubiese empezado por el principio, hubiese tenido que nombrarle y comentar aquella frase que me hizo entender que hay errores en la vida que se pagan muy caros y que no tienen solución por mucho que te empeñes en solucionarlo. Hay cosas que es mejor dejarlas estar y no remover más la mierda, así que decidí pasar directamente al final. Donde puedo decir con una enorme sonrisa que soy feliz.



miércoles, 12 de octubre de 2011

A veces "LO SIENTO", no es suficiente.

Dicen que errar es humanos, hay errores que pasan facturas siempre, para todas la vida. Espero que esto no sea uno de ellos.
Cariño, quizás ya no tengo el derecho de llamarte así, ¿de que derecho tengo ya?  De poco, quizás nada.
Siempre critiqué a la gente así, jamás entendí el por qué. Y de repente, me convierto en eso que siempre tanto odie. Soy culpable, la única culpable de mi propio sufrimiento, y quizás del tuyo también.
La cagé, lo sé. Ojala pudiera volver atrás en el tiempo y cambiar lo que hice. Pero por desgracia no puedo. ¿Qué hacer ahora? Necesitas tu tiempo, tu espacio, entenderte e intentar entenderme a mi también, que es lo más difícil.
Solo puede decir, LO SIENTO, cariño. LO SIENTO MUCHISIMO, porque la verdad es que te quiero. TE QUIERO MUCHISIMO.
Haré lo que tú quieras, lo que tú me pidas, esperare lo que tenga que esperar, te demostraré día a día que en mi puedes confiar, que he aprendido de mi error, que no volverá a suceder más. Que todo esto me esta matando por dentro, todo me supera.
Cariño te necesito, te necesito en mi vida.
Aún nos quedaban tantas cosas por hacer, tenias que conocer a mis padres, y yo a los tuyos. Teníamos que ir juntos a fiestas, y estar con nuestros amigos. Tenias que venir a mi casa a ver esa película, seven. Y también ir a Sevilla a pasar el día. Teníamos aún muchos paseos que dar agarrados de la mano, aún tenias que probar mis macarrones a la carbonara, aún teníamos que coger una borrachera juntos e irnos a vivir en Sevilla, y nuestra casa nunca se comería pescado. Aún nos quedaba mil polvos de reconciliación, y esas ganas siempre de más que dejábamos para el día siguiente. Aún quedaba muchos enfados y muchos besos que darnos, hasta los de princesa, que tanto odiabas. Aún nos quedaba muchas tardes de cosquillas en el parque, de cafés y cervezas en el river al compás de Mario Díaz.
Cariño, sé que cuesta creerlo pero fue entonces cuando me más me di cuenta que te quiero de verdad. Y no es que antes no lo supiera, pero fue cuando te sentí dentro cariño, cuando dije la he cagado con la persona que mas me importa en el mundo.
Y me da igual lo que tenga que hacer para ganarme tu confianza, tengo claro que no volveré a cometer otra vez el mismo error, no soy tan imbésil como para perderte.
Solo quiero que me des otra oportunidad, mi amor. Prometo no fallarte.
Creo que se nota bastante que odio escribir entradas así, pero hoy era necesario.

Si por casualidad lees esto, solo quiero que sepas que pase lo que pase TE QUIERO, y estaré siempre esperando y dispuesta a todo por ti.

domingo, 2 de octubre de 2011

El perfume de las sabanas delataba tu presencia.

Mirarte a los ojos y susúrrate al oído que no pares nunca. Que quiero perderme en el sudor de tu cuerpo, en las sabanas arrugadas y la ropa esparcida por el suelo de la habitación.
Por fin te tenia donde yo quería, como yo quiera. Como ambos queríamos. Rozando tu piel con mi piel. Sintiendo el sudor al retirar el pelo de mi nuca. Sentirte en lo más dentro, en lo más profundo de mi ser. Mirarte en cada subida y bajada de mi cuerpo. En cada movimiento de mis caderas. No me dejas descansar. Me pierde tu forma de besar. Me pierde el son del son, el ritmo que marca tu cuerpo. Viajo en el enredo de tus dedos entre los míos. De mis dedos en tu nuca, en tu espalda, en las sábanas. Me dejo llevar. Nos dejamos llevar, al compás del tiempo. Mirarnos en ese preciso momento, y que de tu boca salga en un susurro, “Te quiero.”

Mirar alrededor y describir con alegría, la ropa interior esparcida por el suelo, las sabanas arrugadas, y al otro lado de la cama, a ÉL, y su sonrisa.
- Hagámoslo una vez más.
- ¿Otra vez?
- No, ciento de veces.




Esa noche hice viajes a la luna sin tener naves, ni pasos de astronauta, por cada uno de tus lunares.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Bajo el humo de aquel cigarro.


Yo era de las personas que pensaban que el “AMOR”, por llamarlo de alguna manera, era capaz de vencerlo todo, que mientras existiera el amor entre dos personas, cabía la posibilidad de ser casi completamente feliz, que no había sensación mejor en el mundo que la que comparten dos personas verdaderamente enamoradas. O quizás no es necesario que estén enamoradas, quizás que solo haya un vinculo, un sentimiento, que no tiene porque ser necesariamente profundo.

Estaba completamente equivocada, a veces el amor no es suficiente. A veces el amor no es capaz de superar obstáculos. A veces, a pesar que entre dos persona existen sentimientos, aunque no lleguen a amarse, aunque simplemente sea una atracción demasiado grande, a pesar de esa atracción, no pueden llegar hacer felices.

Tus diferencias conmigo son bastante grandes, se ven a simple vista. Yo pensaba que todo esto era fácil, que si quieres y puedes había que tirarse al abismo sin paracaídas, sin nada, sólo disfrutar de aquel salto que podría llevarte a rozar el cielo con los dedos o estamparte contra el suelo. Siempre pensé que era mejor sufrir por amor, que quedarse con la duda para siempre. Y lo pensaba hasta que te conocí a ti.

Eres lo mejor que me paso en mucho tiempo. De verdad, no te miento si te digo que he podido llegar a quererte más en estos días que en los 17 años que llevo de vida. Apareciste justo en el momento que había aprendido a olvidar como te sientes cuando te dicen te quiero. Como es besar a alguien y saber que mañana lo volverás hacer. Como es ir por la calle cogido de la mano de alguien, como te sientes cuando en cada farola te besan, a cada momento te recuerde que sigue pensando en ti. Y claro que me gusta todo eso, y me siento feliz cuando estoy contigo.

Y ese es el problema, que me siento feliz solo cuando estoy contigo. Cuando te marchas, cuando ya no me abrazas, ni me besas, cuando ya no me consuelas de esa manera indirectamente. El miedo, la incertidumbre, la inquietud, el nerviosismo y la impaciencia comienzan a habitar cada espacio de mi cuerpo. La felicidad se me esfuma y solo quiero hablar contigo, saber que sigue siendo todo tan real como aquella tarde, que sigue habiendo ese sentimiento, que estamos unidos por un lazo invisible.

Por ese motivo no quiero engancharte a mi, soy cada vez más y más insoportable, y no quiero que me aguantes hasta el punto que ya no puedas más con mis tonterías, hasta el punto de que se te olvide el amor y comiences a odiarme, a darte cuenta de que tu vida esta mejor sin mi. No soportaría eso.

A veces, por no decir siempre, le doy muchas vueltas a las cosas. Reconozco ser agobiante, estresante, una experta en sacar de las casillas a cualquiera, experta en hacer todo lo fácil complicado y lo complicado, complicarlo mucho más, una experta en ponerte bomba la cabeza en un minuto. Soy una paranoia andante, todo cualquier mínimo detalle, por tonto que sea, se me hace un mundo. ME SIENTO TAN PEQUEÑITA, cuando no estas a mi lado. Es como que siento que tienes que estar a cada momento a mi lado, para poder seguir. Para SONREIR de verdad, y si tú no estás no existe la felicidad. Y es algo que me agobia, evidentemente, la única culpable soy yo. No me gusta reconocerlo, pero creo que ha empezado a existir una dependencia de mi persona hacia la tuya, es como si todo me constase más trabajo cuando no sé nada de ti. Es como si te necesitara. Y eso es algo que siempre odié, no me gusta depender de nadie, no me gusta necesitar a nadie… Por eso a veces, se me suele pasar una idea por la cabeza, una idea que me aterra en todos los sentidos. La idea de que todo esto acabe. Sé donde esta el problema, sé que soy yo. Debería cambiarlo, pero no sé como, entonces comienzo a agobiarme cuando no encuentro ninguna solución, y la única que se me ocurre es acabar con todo esto, dejarte de ver para no crear más dependencia, más necesidad. Pero de solo pensarlo, las lagrimas acuden a mi impulsándose y haciéndose caer por mis mejillas. NO QUIERO DEJARLE. Le quiero demasiado, le necesito, aunque no me guste, LO NECESITO MUCHO. 

Todo es demasiado complicado. Quizás sea sencillo, pero yo siempre lo hago complicado.

Y ahora solo quiero que me abraces fuerte, muy fuerte contra tu pecho, que pueda sentir la respiración de tu corazón. Porque eso es lo único capaz de hacerme desconectar, dejar mi mente en blanco, no pensar. Y quizás, así poder verlo todo de otra manera, algo más distinta. 


Y aunque no soporte fumar, hoy lo hice. Sólo por probar el gusto de la tranquilidad que deja la nicotina en mis labio, aunque ni el cigarro pudo quitarme esa inquietud.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Dime que todo saldrá bien.

Esto va hacer muy complicado. A ti no te gusta rayarte, yo me rayo demasiado. A ti te encanta “Los Delincuentes” y yo prefiero a “Fito”. Tú tomas tilas una noche de estudios y yo tomó café. Tú amas fumar tabaco, yo en cambio prefiero fumar el olor de tu nuca. A ti te gusta el agua fría en invierno y yo la detecto. Yo prefiero las pelis ñoñas, mientras tú te quedas con las de tiros. Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco nadie dijo que fuera imposible.
  ¿Lo intentamos? 

El invierno ya esta en la vuelta de la esquina. Lo noto. Las noches ya comienza a ser más fresquitas. 
El invierno me encanta. Meterte bajo la estufa cuando sales de la ducha. Pasar una tarde de pelis con palomitas. Ponerte las botas altas, los tacones de borreguitos, los pantalones largos, las faldas con medias, las chaquetas de cuero y vaquera, los abrigos. Más de una manga larga. La bufanda y los pañuelos. Los calcetines gordos. Los guantes.  Los gorros y jerseys de lana.
Llegan los días de paraguas, los días sin salir. Días de biblioteca. De encuentro fugaces entre los ratos de descansos de 15 minutos. Los días de arroparme bajo tu brazo, de que me prestes tu sudadera para no pasar frío. Llegan los días de los besos cortos entre semanas y llamadas de noche interminables. Llegan fin de semana de desconexión de exámenes, de miradas perdidas, de sabanas arrugadas, de besos de todo tipo, de abrazos caluroso, de mordiscos en el cuello, de subidas y bajadas, de tu casa y la mía, de orgasmos y discusiones, de enfados y reconciliaciones, de odio y amor, de compartir secretos, de “esto se queda entre tú y yo”. De “te quiero” en cualquier lado, bajo la lluvia, bajo el paraguas o bajo el portal de mi casa. Días de caricias y palabras. De llamadas y sms. Llegan los días de invierno y lo quiero empezar contigo. Agarrada de tu mano, mientras te digo al oído que no me sueltes nunca. 
Porque nadie dijo que esto vaya hacer fácil. Es más, no quiero ponértelo fácil. Quiero que sepas que más de una vez buscaré tus cosquillas, intentaré sacarte de tus casillas. Porque me encanta, voy a discutir queriendo todas las veces que pueda, sólo por reconciliarme contigo más de una vez al día. Porque a mi me encanta las reconciliaciones.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Una tarde de Septiembre.

Poder tener tu cara entre mis manos, mirarte antes de besarte, sonreírte en medio de un beso. Tener tus manos entre las mías, mis dedos entrelazados con los tuyos.
- ¿Te dijo algo bonito?
- No hizo falta, su miraba se encargaba de decírmelo todo.


- ¿Y yo qué? Yo te quiero mucho.
- ¿“Mucho” cuanto es?
- Mucho. Como la trucha al trucho. Como un viejo a su vieja.  Porque los viejos se quieren muchísimo. Porque para estar 40 años, no más, 50 años juntos, sin follar, ahí sentados en un sillón, aburridos, mirándose. Además que los viejos son muy feos, pues fíjate más se quieren.
- ¿Y así me quieres tú? ¿Tanto? Porque si es así, déjame decirte que yo te quiero mucho más.
- No, no se puede.
- Sí, sí se puede, porque yo lo siento. ¡Ea!
- Eres la niña más tonta del mundo.- Dijo entre risas.
- ¿Por qué? ¿Por quererte? Por que si es por quererte, vale lo admito, soy la más tonta del mundo.
- Creo que me equivoqué de palabra, eres la niña más ñoñas del mundo.
- Lo sé. Y también sé que te encanto.
- Tela, pero tela. Te quiero.
- Yo más.
Y nos besamos. Suspiré, por fin volvía a sentir esa felicidad que hace tiempo no sentía.
- Por favor no te vayas. Quédate para siempre.

martes, 13 de septiembre de 2011

Bendito el reloj que nos puso puntual.

Me gusta leer blogs. Saber que el algún lugar del planeta hay otra chica que se siente como yo. Que no estoy sola, que hay alguien que me comprende. Por que no sé si de verdad son historias reales como las mías o ficticias  Pero si son capaces de escribir esas historias, son capaces de comprenderme y eso me hace sentir un poco de paz interior, aunque no solucionen mis problemas me hacen sentir bien. Por eso quería daros las gracias. (:
Todo es tan complicado. Mi cabeza es una peonza. ¿Por qué todo lo razonable en este momento hace daño? ¿Por qué no dejo de pensar en ti? ¿Por qué no dejo de llorar?
El agua debería llevar alcohol, para así curar las heridas del corazón, sobre todo en este momento.
La verdad es que me canse. Me cansé de pensar en positivo contigo. De creer que esto no esta acabado, que aún puede convertirse en una historia de amor sin final, de esas que duran más de dos horas. Me cansé del todo por nada. De esperar sin saber a ciencia cierta lo que sientes tú. Me cansé de suposiciones. De consejos. De ilusiones rotas. Es que no puedo más.
No voy hacer más la idiota que te espere con los brazos abiertas, y en un silla coja. Voy a vivir mi vida de la mejor manera que sé. Ya tendré tiempo de averiguar que es exactamente enamorarse, y de desifrar lo que significa la palabra amor. Quizás lo haga contigo, quizás no. No lo sé, lo que si sé, de lo que estoy segura es de que ahora mismo no lo quiero.
Lo que yo quiero es ilusionarme. Quiero jugar, dejarme llevar. Mirar y sentir, descubrir emociones nueva que jamás había sentido con nadie. Y al día siguiente olvidarme de todas esas emociones, para así empezar de nuevo y vivir lo mismo pero con diferentes emociones. Salir con mis amigas, emborracharme hasta caer inconciente al suelo, levantarme y seguir bailando. Quiero olvidarme de todo cuanto me rodea.
Acercarme a ese chico que hace tiempo que me mira. Decirle en el oído, que esta noche se acabaron todas mis dudas. Que quiero beber de tu boca, perderme en tu cuerpo. Que quiero jugar esta noche contigo, y convertirme en la princesa de tus sueños prohibidos.
Quiero olvidarme de cada letra de su nombre. De las huellas que me dejaron sus besos al irse. Y sé que quiero que todo esto sea contigo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Si es que te quiero.

Otra borrachera más juntas.
- Dos ron cola, por favor.
(Le dijo al camarero guiñándole un ojo)
Y otro. Y otro. Y otro...
Al cuarto cubata le grité:
- Brindemos por otra borrachera juntas.
- Brindemos por toda las que nos quedan.
Y reímos toda la noche.
-¿Te quedamos a dormir en mi casa?
- Por supuesto.
Fotos y locuras. Te quiero Geme. (:






- Te quiero.
- Y yo. Gracias por todo.
- ¿Por todo? 
- Sí, por estar a mi lado, por sacarme mi mayor sonrisa.
- Jaja, entonces estamos en paz.
- Buenas noches.
- Hasta mañana.
Tequié, nena. <3

lunes, 5 de septiembre de 2011

En el cuarto aquel donde te quitaba la ropa.

Cierra la puerta, apaga la luz y ve quitándote la ropa.  Quítatelo todo. Túmbate en la cama. Despacio. Lento. Disfrutando del momento. Me encanta estar entre tus sábanas, entre tus dedos. Perder la noción del tiempo.
Ven aquí, agárrame fuerte. No, mucho más fuerte, junto a tu cuerpo. Tanto, que pueda sentir tu latido. 
No, no te preocupes. Me pondré de puntillas para poder sentir tu respiración en mis labios.
No, no por favor. No me hagas cosquillas. Para, para. En los pies no, por favor no lo soporto. Vale, vale. Tú ganas, hazme lo que quieras. Esta noche soy para ti.
Pero, ¿a dónde vas ahora? Vuelve aquí, que echo de menos tus besos, tus caricias, tus dedos por mi espalda.
¿Por qué te vistes tan pronto? ¡Eh! A donde vas, aún no terminé contigo.
No, esa ropa no. Sabes que me pones cuando te vistes de músico. No me controlo cuando te oigo tocar el saxofón. Esa melodía tan sensual que se mete en mis odios y me hace volar, imaginar cosas indecentes.
Muy bien señorito, tú lo has querido. Y anticipando. Dentro de cinco minutos me acercaré a ti lentamente, te quitaré el saxofón de las manos. Cogeré con fuerzas la cuerda que rodea tu cuello y tiraré hacia a mi, hasta lograr hacer rozar mis labios por los tuyos. Besarte con tantas ganas que no querrás que te deje de besar. Luego te iré desabrochando la camisa. Lentamente. Botón por botón. Y luego el pantalón.
Quítame despacio la cremallera del vestido. Acaríciame como si tocarás la más dulce melodía con mi piel.
Quítatelo todo. Quítamelo todo, también. Esta noche es nuestra noche.
Duérmete. Yo estaré esperando a que sean las diez, para despertarte a besos, y volver a empezar todo de nuevo.


Prepárate, porque pienso comerte a besos de aquí al amanecer. <3

miércoles, 31 de agosto de 2011

El zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.


No. No lo entiendes, que mis ganas locas son las de tenerte en mi cama. Las de no volver más a mi casa con esas ganas de ti. Que mis ganas locas son las de quitarte la ropa y susurrarte que esta noche serás para mí. Que mis ganas locas son las de morderte la boca, rozar tu piel con mi piel. Sentir tu cuerpo desnudo junto al mío, como me agarras de la cintura y me llevas hacía ti, haciendo sentir tu respiración junto a la mía. Tu respiración cada vez más fuertes. Tus dedos por mi espalda. Mis manos en tu nuca. Mis dedos enredados en los tuyos. Sentir en cada subida y bajada, el latir de ambos corazones acelerados. Sentir como la temperatura aumenta a limites insospechados. Como tocamos el cielo con la punta de los dedos. Como sobre pasamos el limite de la locura, de lo prohibido. Como nadie nos puede parar. Más rápido. Más despacio. Mezclando sensaciones contradictorias. Fundirse en uno solo sin dejar de ser tu mismo. STOP.
Perderse en tu mirada. Disfrutar del silencio de tus besos. Contar los lunares de tu piel. Buscar nuevos rincones en tu cuerpo desnudo donde poder perderme una vez más. Inventar, explorar sitios donde estar contigo sin movernos de mi cama. Apoyarme en tu pecho y disfrutar de la melodía del BUM-BUM de tu corazón. Sentir la felicidad en estado puro. Contigo, solo contigo.
De esas cosas son mis ganas locas, amor. <3

jueves, 21 de julio de 2011

Me gustan las cosas que se repiten.

Así que, ¿por qué no hacemos una tregua en esta guerra fría que me tocó vivir, sola como siempre? Esta guerra sin sentido que solo deja espacio para el dolor y las lágrimas, y vuelves a mi casa con aquel olor que siempre sueles dejar en mi habitación y con mil besos para mi. Una dosis extra de sonrisas acompañadas con abrazos, no me vendría nada mal.
¿Por qué no dejamos de hacer el tonto, de mirarnos con deseo y mentirnos con palabras? ¿por qué no dejamos de fingir ser amigos, que no existe sentimientos, cuando los dos sabemos que sentimos demasiado?
Aunque quizás me equivoque. Quizás tu mirada me esté mintiendo y tu boca no desea a mis labios como yo a los tuyos. Quizás sea verdad eso de que hay otra. Quizás todo esto sea producto de mi imaginación, de mis ganas por tenerte. Quizás, y solo quizás tú no sientas nada por mi.
Pero te diré que es seguro. Te aseguro que no hay otro, que si en algún momento lo hubo fue para tapar el sabor que me dejó aquel beso al marcharte. Te aseguro que lo que siento no es un caprichoso, que de verdad que te quiero, que cuando algo es tan grande, tan bonito se convierte en una necesidad.
Quizás esto este muerto, que ya no hay nada más. Pero yo lo necesito vivo, necesito sentirlo… Nadie dijo que fuera fácil, nadie dijo que no doliese, pero nadie dijo que fuese imposible.
Así que olvidémonos de todo, olvidémonos de que hubo terceras personas. Olvídate que quizás no sientes lo mismo. Déjate llevar. Olvídate del mundo. Olvídate de ayer. Olvídate de mañana. Solo vive el momento. Y vuelve. Vuelve a terminar lo empezado. Vuelve a quererme por momentos. Si quieres jugar conmigo hazlo, solo hay una norma que no te puedes saltar, una sola condición, nunca dejes de jugar conmigo, solo eso. Pero vuelve, vuelve a besarme, porque me encanta las cosas que se repiten como un beso, una mirada. ¡Sí! Sobre todo eso, sobre todo si se repite un beso, pero tiene que ser uno tuyo.


Te quiero tanto mi amor, tanto, tanto, que a veces se me olvida quererme a mi misma.

lunes, 11 de julio de 2011

Vuelvelo hacer.

- ¿Sabes? Ya he visto esa mirada antes.
- ¿Cuál?
- Esa. La que tienes ahora, esa forma en la que me miras. Ya lo habías echo antes.
- ¿Estas segura?
- Nunca he estado tan segura de algo.  Esas miradas son difíciles de olvidar. Son esas miradas que llegan, de las que hablan. Las miradas que te hacen sentir bien. Miradas que susurran que quieres…
Callé y agaché mi cabeza. Creí haber hablado más de la cuenta, no termine la frase. Entonces él se acercó. Levantó mi cara y me dijo mirándome a los ojos con aquella mirada.
- ¿Qué? ¿Qué te susurra mi mirada, pequeña?
- Que quieres volver hacerlo.
- ¿Volver hacer el qué?
- Besarme. Quieres volver a besarme. Y esa mirada que es capaz de susurrarme eso, me encanta, porque yo también estoy deseando que lo vuelvas hacer, que me vuelvas a besar.

martes, 21 de junio de 2011

Tienes razón. Nos falta algo. Nos falta valor.

La impotencia recorría cada centímetro de mi cuerpo. ¿Cómo me pides que te entienda? Como puedo entender algo así. No. No puedo entenderte, joder. No puedo entender que sientas y no sientas nada a la misma vez. No puedo. No puedo soportar que te pongas celoso, que te acuerdes de mi al escuchar esa canción, que me digas que soy “tu pequeña”, que no quieres ser un error, un lío estúpido, que me echas de menos, y ahora me digas esto. Me digas que no sabes, que falta algo.
Claro que falta algo. A ti te faltan dos ojos y un cerebro para darte cuenta de que lo que tienes delante está que se muere por tus huesos, y que esta dispuesta a todo por ti.
Y a mi me falta el valor para decirte que sin ti no puedo seguir, que te necesito, que eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
En cambio me quedo callada, y sin que tú te des cuenta derramo alguna que otra lágrima mientras te digo que no entiendes nada, que soy rara, complicada de entender. 
Si en realidad supieras que lo mío es mucho mas simple que lo tuyo, que es tan sencillo, tan fácil. Simplemente te quiero.
Pero cuanto valor me hace falta para explicar esto que siento. Cuanto valor me hace falta, todo aquel valor que perdí por miedo al amor. Porque la verdad es que le tengo tanto miedo a ese sentimiento, que ese miedo es el culpable de que hoy esté aquí fumando lo que suelo fumarme en un mes, de brazos cruzados, llorando, pensando que lo nuestro se terminó para siempre. Es el culpable de que no vaya a buscarte y decirte lo que en realidad siento, el culpable de que no siga luchando por ti, por lo nuestro. Le tengo tanto miedo que no tengo valor de decirte que quiero estar contigo para siempre, por el simple hecho de que sé de sobra que el amor va ligado al dolor. Y yo no quiero más dolor. Yo no quiero que me vuelva a pasar lo que una vez pasó.
Lo siento cariño, tenias razón, falta algo. Falta valor. Porque de amor, nos sobra, nos rebosa. Queremos querernos, pero tenemos tanto miedo, que ni la ilusión llama a nuestra puerta. 

viernes, 17 de junio de 2011

Gracias.

Me encontraba entre sus brazos. Me sentía tan bien entre ellos, tan protegida. Mi cabeza apoyada en su pecho, escuchando el “BUM-BUM” de su corazón. En silencio.
Momentos antes habíamos discutido, yo le echaba en cara las llamadas a otra y él que le hablase tanto de aquel capullo. La verdad es que aquello que quisiera que tuviésemos estaba como creciendo. Era algo extraño, y más extraña me sentía al pensar en ese sentimiento que no con sigo ponerle nombre.
Aquello, el hecho de que se estuvieran llamando me superaba, y mis ganas de llorar no eran pocas, por más que lo intente no pude retenerlas por más tiempo, y comencé a llorar. Por un momento pensé en ponerme mis cascos y escuchar alguna canción a máximo volumen. Dejar que aquel “Chunta-chunta” me machacara los oídos y no pensar en nada. Pero fue entonces cuando me abrazo fuertemente contra su pecho, su latido era la mejor melodía que podía escuchar en esos momentos, estar allí entre sus brazos era lo que realmente necesitaba para desconectar, para no pensar en nada y dejar de llorar.
Con un suave hilo de voz dijo, “no te preocupes, pequeña.”
- Dímelo otra vez.
- Decirte ¿qué?
- “Mi pequeña”. Dime otra vez, que soy tu pequeña, que siempre lo seré.
Sonrío.
- Pues claro, siempre serás mi pequeña. Esa de sonrisa permanente, esa que a veces sin querer llora. Esa que cree tener demasiados problemas. Siempre serás esa pequeña que ocupa de una manera especial mi corazón. Siempre serás mi pequeña, esa pequeña que comete grandes locuras, que tiene grandes sueños y un corazón lleno de ilusiones por cambiar el mundo. Esa pequeña celosita que juega con mi nariz antes de besarme, esa que con solo abrazarla fuertemente contra mi pecho es capaz de olvidarse de que mañana tiene un examen muy importante de física, y como suspenda le queda para septiembre.
- Prométemelo. Prométeme que si algún día esto acaba a ninguna otra le dirás “mi pequeña”. Y que siempre me recodarás, siempre. Que al mirar al pasado, dirás con cariño que yo fui tu pequeña. Por que yo jamás te olvidaré. Siempre serás él que logró comprenderme de verdad, él que me entendía con la mirada y con solo un abrazo era capaz de solucionar todo. Él único que vio más allá de mi piel y entendió que lo nuestro no iba a ser nada fácil y a pesar de ello siguió a mi lado.
- Te lo prometo, pequeña.
Le besé. Le besé esos labios que me volvían loca. Le besé con muchas ganas, quería que sintiera ese beso, más que ningún otro en todo este tiempo.
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por estar en mi vida. Por hacer que todo sea diferente. Por aguantarme esos días de más y de menos. Por quererme. Por hacerme ver los problemas pequeños. Por estar siempre a mi lado. Por todo. Gracias.

martes, 24 de mayo de 2011

Fue un placer haber coincidido en esta vida contigo.

Quizás hoy este preparada para contar aquello que tantas noches me robó el sueño.
Fue un placer haber podido compartir esos ratitos de tardes en mi habitación. Aquel beso, aquellas conversaciones. Sms de madrugada recordándome que en algún momento del día te habías acordado de mí. Aquellos toques que te daba para que supieras que yo también te pensaba.
 ¡Y cuanto te pensaba, amor!
Pero se acabó, corazón. Las cosas cambian y nadie tiene la culpa de ello, no lo puedo negar, esto duele. Duele como a veces te siento demasiado dentro. Como aún siguen existiendo, estas ganas que a veces me ganan.
Pero hay que asumir cuando has perdido, cuando se acabó. Cuando dejamos de ser algo más para convertirnos en solo amigos.
No puedo negar que me perdí en un mundo de ilusión, temor y felicidad, me gustaba ese mundo, pero me encontré con la realidad. Realidad que se presentó sin avisar. Realidad que hiere.
Y quizás en algún lugar del tiempo, exista la posibilidad que por algún casual nuestros labios se vuelvan a juntar y vayan más allá, donde esta vez, cariño, no pudimos llegar.
Y quizás, solo quizás, algún día si te atrevas a volver para terminar lo empezado.
Mientras tanto seguiré disfrutando del recuerdo que me dejó tus labios. Seguiré disfrutando de tus ojos color café en silencio y de esa sonrisa que sacas cuando digo alguna tontería.
Si por casualidad llegas a leer esto, solo quiero que sepas que me alegro que no hayas salido del todo de mi vida

sábado, 7 de mayo de 2011

¿Cuando repetimos beso? Pero esta vez sin ropa.

 Me muero de ganas por estar entre tus brazos, por perderme en tus ojos color café. Por no decir nada, tan solo escuchar el sonido de tu respiración antes de darme un beso, escuchar el latido acelerado de tu corazón junto al mío, rompiendo el silencio creado en el ambiente.
Me muero por tenerte a unos centímetros de mi, hacer rozar mi piel con la tuya. Me muero por perder la noción del tiempo entre besos, miradas y caricias. Me muero porque deslices tus dedos por mi espalda, muy lentamente.
Hoy pasó. Hoy nuestros labios se juntaron, lo deseaba tanto como ganas tengo ahora de quitarte la ropa, que no son pocas.
Ese beso me dejo con muchas ganas de más, eso sí, espero que los próximos sean sin ropa.
Esas pequeñas cosas son el secreto de que tenga esta estúpida sonrisa reflejada en mi cara. Esta estúpida sonrisa que solo ese tonto sabe sacarme.
Y cada beso era un tentación. Corazón con corazón. Boca sobre boca. Único suspiro , de un solo aliento.
Ven aquí. Vuelve, tonto. Vuelve a darme todos los besos sin ropa que necesito. Vuelve que me dejaste con ganas de más. Vuelve pronto, muy pronto.  Porque mis labios ya te extrañan.

Si hacer el amor alarga la vida, ven aquí y hazme inmortal.
Él tiene no sé qué, en no sé dónde, que cada no sé cuándo, me hace sentir no sé cuantas cosas a la vez. :3

lunes, 25 de abril de 2011

El cielo tapado por nubes negras.

Nubes negras. Gotas de agua. Paraguas. Luz. Sonido. Relampagos. Rayos. Truenos. Lluvía. Olor a tierra mojada. Recuerdos. Momentos. Caricias. Miradas. Palabras. Besos. Abrazos. Sonrisa. Mordiscos. Susurros. Subir. Bajar. Rápido. Lento. Porno. Violento. Dulce. Único. Yo. Él.
- Hoy me levanté con ganas de tí. Con ganas de me quites la timidez, con ganas de quitarte TODO, menos la sonrisa. (;


Tranquilo. No pienses mal de mi, bonito. Mi interés por ti es puramente sexual.

sábado, 23 de abril de 2011

Salto a la piscina.

Mirada perdida. Alegría desvanecida. Sonrisa dibujada. Tres cervezas vacías. Colillas en un cenicero improvisado. Un sms sin contestar:
- Te propongo un plan indecente para esta tarde. ¿Te vienes a mi casa? (;
En ese momento su cabeza era una noria de ideas que no dejaban de girar. Mil ideas por cada vuelta se le planteaba mil y una más.
¿Que hacer?
Tenía ganas. ¿Qué digo ganas?, tenía muchísimas ganas de ese plan pero, también tenía miedo, mucho miedo.
Cada vez estaba más nerviosa. Con más miedo, con más ganas.
Esa tarde la llevaba esperando durante meses, y al fin sucedía. Maldito miedo, malditos nervios.
Las ideas estaban mareadas de tantas vueltas que le había dado ya.
-¡Basta! ¡Se acabó! No quiero pensar más, no quiero darle más vuelta al asunto.
Hay veces que tienes que tomar un decisión sin saber que sucederá después. Sin saber si dolerá o te traerá la felicidad. Esa felicidad con la que solía jugar, felicidad que ya no paraba por aquí.
Es como tirarse a una piscina con los ojos vendados. No sabes si está llena o vacía pero, la única manera de saberlo es saltando a ella.
Y esa tarde ella saltó. Saltó a una piscina con los ojos vendados, sin saber que le esperaba después de aquel salto. Pero eso era vida. Sí, se sentía más viva que nunca. La vida es riesgo. Hay que arriesgarse para poder ganar. La vida es miedo y felicidad pero, la vida a veces también duele.
El salto es la mejor parte, porque es la parte donde puedes alcanzar el cielo con tus dedos, por eso esta prohibido pensar en nada que no sea esa la felicidad que solo se siente ahí, durante ese instante. Y ella ese instante lo disfruto como una niña pequeña.
Pero es en el momento de la caída cuando te planteas la pregunta más difícil de responder en esos momentos. ¿Hice bien o mal?
Y es cuando el miedo vuelve a apoderarse de ti.
Ella apoyaba su cabeza en el marco de la puerta, mientras lo contemplaba atentamente. Llevaba puesta la camisa que momentos antes le había quitado y fumaba, mientras se preguntaba si esa seria la primera y ultima vez que se citarían con el colchón. Eso era lo que realmente a ella la aterraba. No le importaba que no estuvieran juntos, le daba lo mismo que no hubiera nada serio. Ese no era el problema, el problema era que a ella le encantaba esa situación, no tener nada, pero compartir citas con el colchón, y lo que quería era que aquello no acabase, que mañana se quedara la casa sola y sea a ella a la que vuelva a mandar un sms, volviéndole a proponer un plan indecente.
No quería ser su novia, solo quería coleccionar recuerdos entre las sabanas con el chico de los ojos color café.



domingo, 17 de abril de 2011

Demasiadas cosas se esconde bajo el sombrero.

A veces en la vida sucede cosas sin darte cuenta. Y detrás de una conversación, de una mirada, de un simple gesto, se esconde muchos sentimientos, demasiados.
Él conoce muy bien los gestos de ella.  
Ella cuando está nerviosa se toca el pelo mientras mira hacia otra parte que no se él. Ella con facilidad se sonroja he intenta que él no la vea. Pero él la conoce más bien de lo que ella piensa. Lo que ella no sabe, es que esas cosas a él le encanta, porque esconde demasiadas cosas, porque cuando se pone nerviosa es porque son muchas cosas las que siente a la vez y no puede disimularlas, porque tiene miedo a decir algo equivocado. Y saber eso a él le encanta.
Hoy ella no dejaba de tocarse el pelo, de desviar la mirada para todos lados, menos el lado donde estaba él. Hoy ella estaba sonrojada. Hoy ella le miraba cuando él no lo hacía, o al menos eso pensaba ella, se quedaba unos segundo contemplando su figura pensando en sus ganas por besarle, que posiblemente seria la mismas que las de él, y luego volvía a desviar la mirada hacia algún lugar.
Hoy ella se siente la niña más feliz del mundo. Aunque le hubiese gustado que se hubiese despedido con un beso sin mejilla. Pero ella piensa que ya habrá tiempo de darse muchos besos, tantos como veces lo ha mirado hoy.
Ella cuando llegó a su casa se acordó de mil cosas que le tenía que contar, una vez más los nervios volvieron a traicionarla.

jueves, 14 de abril de 2011

¿Algo nuevo que contar?

El olor a café entraba por su ventana, ese olor le recordaba el color de sus ojos. Las luces de las farolas dibujaban su sombra en la pared. Sentada en su cama, con un blusón ancho y un moño mal hecho ve pasar las horas. Está como en otro mundo, en su mundo, perdida en sus pensamientos. No se lo explicaba. No lo entendía, ¿cómo volvió a suceder?
Ella no sabía ni como, ni cuando había pasado pero, pasó. Ella volvía a creer en aquello que la gente llamaba AMOR. Volvía a creer en las palabras bonitas, en las sonrisas que iluminaban las tardes nubladas, en miradas que hablaban. Volvía a creer en las noches sin dormir pensando en él. Volvía a creer en las mariposas que se sienten en el estomago cuando sabe que lo volverá a ver, en los escalofríos que enrizan todos los pelos de su cuerpo al verle. Volvía a creer que la mejor melodía era su voz. Volvía a creer en los besos inesperados, en los abrazos con ropa, en las caricias, en las canciones de LODVG… Volvía a creer en que alguien puede ocupar las veinticuatro horas del día su cabeza. Volvía a creer en el mundo que había detrás de su mirada.
Ella sin que nadie se diera cuenta volvía a ser ella.
Volvía a reír con aquel brillo en los ojos, que un día perdió, por un motivo que no recuerda, o quizás no quiere recordarlo.
Ella quería aquel chico de los ojos color café. Y ahora sabía que él también la quería.
No sabía ni donde, ni cuando iba a suceder, pero precentía en lo más hondo de su ser que sus labios se rozarían, que su lengua bailaría en su boca más de una vez, que sus manos rozarían cada milímetro de su piel, que sus ojos color miel se mezclarían con los de color café.
Ella lo sabía, lo sentía más dentro que nunca. El amor, como dijo Lope de Vega, quién lo probó lo sabe.

sábado, 2 de abril de 2011

¿AMOR? Sí, esa era la palabra.

Ya los días se hacen cada vez más largos y ella se siente agobiada en su cuarto. Necesita urgentemente salir. Se asfixia entre esas cuatro paredes y las horas parecen no pasar. Encima, hace días que no habla con él y la desesperación habita en cada parte de su frágil cuerpo. Parece que de un momento a otro se va a romper en mil pedazos pero, la verdad es que a pesar de sus problemas, preocupaciones y quebraderos de cabeza. Detrás de su fragilidad, allí debajo de su piel, donde pocos consiguieron ver, quizás ninguno, guarda cuidadosamente su secreto. Un secreto que la hace fuerte, que hace que no pierda su sonrisa nunca.
Su mayor secreto es él. Sí, el chico de los ojos color café. Él y sus quedadas. Él y sus recuerdos. Paolo era el causante de su sonrisa, el que hacía que nunca la perdiera pasara lo que pasara.
Lleva días abrazada a la almohada que sigue oliendo a él, escucha siempre la misma canción y recuerda cada mirada, palabra y sonrisa que tuvo con él.
En alguna ocasión, se ve una lágrima recorriendo su cara. Pero no es una lágrima de tristeza, ni tampoco de alegría. Es algo que va más allá, que supera los limites, algo mucho más profundo. Es una lágrima de felicidad extrema, superior a la habitual. Es una lágrima que escondía los más bellos recuerdos y mezclaba todo tipo de sentimientos. Me suelo preguntar...  
¿Cómo un minúscula lágrima, cómo algo tan pequeño puede guardar tantos secretos, tantos recuerdos, tantos sentimientos?
No sé cómo, pero así era, una pequeña lágrima que ocultaba los más enormes sentimientos. Una lágrima que le sacaba su mayor sonrisa. Una lágrima de fuerza. Porque a veces llorar no significa que algo malo haya pasado. A veces, significa todo lo contrario.
Hoy no aguantaba más, se le veía en el brillo de sus ojos, en la expresión de la cara, en su estado de nerviosismo. No dejaba de moverse de un lado para otro de la habitación. Nunca pensó que le fuese a necesitar tanto, pero así era. Le necesitaba. Ella, que nunca había necesitado nada. Empezaba a no poder vivir sin él, a depender de su sonrisa. Eso la aterraba pero, no podía hacer nada. Necesitaba saber de él. Hoy sí. Lo tenía bastante claro esta noche no se iría a la cama sin saber como estaba o si se volverían a ver.
Se pasó todo la tarde conectada, por si a caso él lo hacía. Pero tuvo la sensación de que cuanto más quieres algo, menos sucede. Así que le envió un sms, para saber algo de él.
Ella era muy tímida pero, también muy cabezota. Paolo le gustaba de verdad, lo quería para ella, sin posibilidad de compartirlo con nadie más. Siempre consigue lo que se propone, y con él no iba a ser una excepción, ni mucho menos.
La confianza empezaba a crecer en ambos y eso, era algo que a ella le alegraba saber. Estaba dispuesta a conquistarlo, sabía de sobra que no siempre se gana pero, estaba dispuesta a arriesgarse. Y por eso el sms que le envió no fue solo para saber como estaba, sino para verse ese fin de semana.
A medida que pasaban las horas temía que no le contestase. ¿No habría visto su sms? o quizás, ¿no quería verla? Pero entonces sucedió; "¡Bipp!¡Bipp!: Un mensaje nuevo". Paolo:
- Jaja ¡No te preocupes! Yo voy, pero esta vez tiene que ser el domingo, ¡tu eliges la hora! ¡¡un beso!!
Fue entonces cuando lo sintió. Ese día ella sentía eso ahí en la barriga esa punzada que sientes cuando sabes que faltan horas para verlo. Tal vez, ¿amor? Sí. amor, esa era la palabra, y se sentía justo ahí, donde debería. 

domingo, 27 de marzo de 2011

Borracha de felicidad.

Esa mañana ordenó el cuarto, hizo la cama y se arregló el pelo.
De solo pensar que faltaban horas para verle, los nervios le recorrían cada esquina de su cuerpo y la timidez poco a poco se apoderaba de ella.
Pero ni los nervios, ni la timidez, ni siquiera discutir con su madre o saber que él ira hoy a casa de ella, pudieron borrar aquella sonrisa.
Fue entonces cuando empezó a darse cuenta de que aquello empezaba a tomar un papel importante. Que eso se sentía mucho más al fondo de lo que tenía previsto.
Descolgó el teléfono...
- ¿Sí?
- Me gusta, me gusta muchísimo.
- ¿Dani?
- Sí, dime.
- ¿De quién hablas?
- Hablo del chico de los ojos color café.
- ¿De Paolo?
- Sí.
- Pero... De verdad no hay quien te entienda. Aunque tengo que reconocer que me alegra oírte decir eso.
- Lo sé, lo sé. Bueno hablamos luego que voy tarde. Te quiero.
Colgó antes de que Nicoletta pudiera desearle suerte. Quizás no necesitaría que la suerte estuviese de su lado.
Daniela no suele estar segura de muchas cosas, pero si de algo estaba segura era de dos cosas. Una que su sonrisa permanecería en su cara por un tiempo indefinido. Y la otra era que para que una tarde sea perfecta solo tenía que estar Paolo a su lado.
La tarde transcurrió, con risas, palabras y miradas. Estaba claro que desde esa tarde todo había cambiando, que en la vida de Daniela empezaba haber otras prioridades, como la ilusión, los sueños, la felicidad, el miedo y sobre todo... él, el chico de los ojos color café.


viernes, 25 de marzo de 2011

Bonitas las casualidades de la vida.

Cogió las llaves, se colocó la maleta en un hombro, la chaqueta en la mano y los cordones de un zapato los llevaba desabrochado. El móvil se le olvido encima de la mesita, así que no llevaba los auriculares puesto.
Iba con unos pantalones color café, una camiseta de rayas blanca y azul a juego con sus converse. Su pañuelo favorito, de "la suerte" blanco y su chaqueta de cuero negra.
Andaba con soltura y rapidez, no era habitual en ella ir tarde a los sitios. Pero esa mañana fue diferente. Esa mañana iba tarde, quizás era la primera vez en su vida.
Estaba cerca de la plaza cuando lo vio aparecer. Lo veía caminar hacía ella con aquellos andares tan peculiares, tan únicos, tan suyos. Esos andares que ella tan bien conocía.
Cruzaron las miradas, alguna que otra sonrisa, dos besos.
- Hola. ¿Qué tal estás?- dijo con una enorme sonrisa.
- Hola, muy bien. ¿Y tú?- dijo con una inmensa sonrisa que acompaño a la de él.
- También. ¿Ahora vas para el instituto?-
Pensó en decirle que llevaba prisa y que ya hablarían luego. Pero la verdad es que eso era lo que menos le importaba, en ese momento solo le importaba qué decirle para seguir esa conversación un minuto más y poder seguir disfrutando de su sonrisa.
- Sí. ¿Y tú no vas a la universidad?
- Sí, pero iré por la tarde. Bueno luego hablamos ¿no?
- Sí, sí, claro.
Se miraron, antes de que ella se volviese y siguiese su camino, dejando en el aire todas las miradas, sonrisas y palabras dichas en ese momento, convertido ya en un recuerdo.
Esa mañana el sol calentaba su espalda mientras caminaba. Se notaba que la primavera había llegado. Y con ella alergias, estornudos, flores... y la suerte, o al menos eso pensaba ella desde esa mañana, que la suerte le acompañaba.
Desde esa mañana presentía que todo saldría bien, que nada ni nadie le borraría su sonrisa, al menos de momento. Desde entonces ella siempre salía tarde de su casa, por si el destino le tenía preparada alguna casualidad tan linda como la de esa mañana.
Quizás, él a partir de esa mañana, siempre saliese a tirar la basura, pensando en esa casualidad que haría que se volviesen a encontrar. Pero eso solo él lo sabe.
Una tarde ella se enfrento al miedo, y pensando en que no tenía nada que perder le mando un sms.
- "Hola. Me preguntaba si este finde tendrías un hueco para ayudarme en mates. Espero tu respuesta, un beso."
- "Sí, sí por supuesto. ¿Este sábado te viene bien? A la hora que tú digas. ¿Qué estas dando en mates? Un beso."
- "¿El sábado? Perfecto. ¿Qué te parece si quedamos a las 17:30 en mi casa? Estoy dando geometría. Un beso."
- "Ok. Esté sábado a las 17:30 en tu casa, allí estaré puntual. Un beso"

sábado, 19 de marzo de 2011

Hoy sin querer lo necesito.

Esta bien rubio de ojos azules, esto no puede seguir así. No puedes aparecer sin avisar, no puedes ocupar las veinticuatro horas del día mi cabeza. Estoy en medio de un examen de lengua y tus labios no dejan de rondar mi cabeza, quizás sean mis ganas de volverte a besar. Tengo que reconocer que tus besos enganchan muchísimo. No sé si eres o son tus besos o quizás el olor que dejas en mi ropa al irte, quizás son las tres cosas a la vez, pero estoy enganchada a ti, a tus malditos besos. Sólo pienso en ti y en tus ojos, y todos nuestros momentos. No sé quien tiene la culpa si por hacer que no me quieres o yo por quererte demasiado. No sé hasta donde llegaremos con esto, no sé quien, ni donde, ni como ni cuando se dirá ¡BASTA! hasta aquí hemos llegado, y créeme estoy segura de que eso pasara.
Intento distraerme, tener la cabeza en otra cosa que no sean las siete letras de su nombre, que no sean eso ojitos que de vez en cuando levantan la vista de su cuaderno para buscar mi mirada. No quiero pensar en todos aquellos recuerdos que hay detrás de cada una de nuestras miradas. Lo intento, pero rara es la vez que lo consigo.
Hoy hace mucho viento, y yo odio el viento porque me alborota el pelo. Pero hoy también hace sol. Ese sol de invierno. Ese sol que sale después de una tormenta, después de días de lluvias. Ese sol, que no es muy intenso pero te calienta.
Descorrí las cortinas de mi habitación y deje que el sol me acariciara. Me encantan estos días. Le dí al play y puse ECDL que hacia tiempo que no los escuchaba. Y me puse como loca a cantar y saltar por mi habitación. Me puse delante del espejo a bailar. Tengo ganas de salir y de hacerme fotos, muchísimas fotos, tengo ganas de pasar una tarde con él, con ellas, con todos, tengo muchas ganas de reír y de irme de fiesta. Ya se que hoy solo es jueves, y que aun queda veinticuatro horas para salir de locas por la calle, pero lo necesito. Necesito distraerme un rato.

jueves, 10 de marzo de 2011

Bajo mi paraguas se quedo el olor de su cigarro.

Hoy estaba lloviendo mucho más que ayer. Pero la lluvia no fue un impedimento para que yo pudiera salir.
Hoy volvimos a quedar, si a pesar de lo mucho que llovía, a pesar de todo, volvimos a quedar,como amigos por supuesto.
Todo fue tan raro, tan mágico, lo sentí todo tan de verdad que por un momento me olvide de todo. Me olvide del daño que me hizo, me olvide de aquel pastel de chocolate, me olvide de que habíamos quedado como amigos y de que no iba a pasar nada entre nosotros, al menos en este momento. Que si yo me enfadaba queriendo y andaba algo más ligera él no iría detrás de mi para cogerme de la cintura y apretarme fuerte contra su pecho, jugar un poco con nuestras narices hasta caer en la tentación de volver a besar nuestros labios. Pero eso no iba a pasar.
Estábamos allí caminando, comezó a caer las primeras gotas y abrí mi paraguas. Él me imito intentando abrir el suyo pero no podía, y cada vez llovía más fuerte y el paraguas parecía haberse quedado atascado.
- Ñoñito, el paraguas se ha rato.- Me dijo imitando la voz de niño pequeño cuando esta triste.
Me reí como hacía tiempo no lo hacía, me reí como solo él sabe hacerme reí.
- Ven, tonto ponte bajo el mío.
Los dos bajo el mismo paraguas, por las mismas calles que recorrimos meses atrás agarrados de la mano. Sacó un cigarro, se lo puso en la boca y lo encendió con aquel mechero que me quito.
- Me resulta familiar ese mechero.
- ¿Sí?, pues no sé-  Me dijo haciéndose el tonto.
- Pues creo que ese mechero es mio.- Le dije intentando quitárselo.
- Venga ya tonta, si tu no lo utilizas.
- Jo devuélvemelo...- Dije poniéndole ojitos de cordero.
- "Jo devuélvemelo..."- Me imito poniéndome ojitos de cordero.
Empecé a reírme y él acompaño mi sonrisa con una mayor.
- No me remedes estúpido. Y devuelvemelo ya.- Dije entre risas tontas.
Me volvió a remedar. No me devolvió mi mechero, me quito mi permanente azul, mi paraguas sigue oliendo a su cigarro, apenas estudie porque constantemente me hacia reír con algún comentario. Estuvieron a punto de echarnos de la biblioteca, y hoy entendí que a veces las miradas dicen mas que las palabras.