- Los que escriben un diario, es porque se sienten solos.
+ No es verdad. Es porque tienen algo que contar, porque su vida es diferente. Y, aunque nunca lo confiesen, siempre esperan que alguien lo descubra, lo lea a escondidas para así poder conocer la verdadera personalidad del autor.

Relato corto.

Me gustaría empezar por "Era sé una vez..." pero así solo empiezan los cuentos que acaban bien, y esto no es ni un cuento ni acaba bien, realmente no sé si esta historia tiene un verdadero final. Yo quiero pensar que no, que esto aún no acabó, al menos no para siempre.
Empecemos por el final.
Capitulo I. La llamada.

Hacía bastante calor, el aire de la habitación estaba roto, por lo que no dude en ponerme una camiseta ancha y unos culottes y encender el ventilador. Esa tarde de junio hacía un color horrorizante, me tumbé en la cama.
-Precisamente hoy se tuvo que romper el aire, el día de más calor. Y a saber cuando se arreglará. Estaría también en una piscina ahora, con una limonada bien fresquita...- El sonido del teléfono interrumpió mis pensamientos.
- ¿Sí?
- Ángela
- Si, dime. ¿Quién eres?
- Soy David, no hay tiempo. Se va.
- ¿Quién se va? ¿De que hablas?
- Hablo de Rubén, se va, se va para siempre.
- ¿Pero que dices? ¿Cómo se va ir Rubén? ¿A dónde se va?
- A Etiopía.
- Es una broma ¿verdad?
- No. Ángela. Cogerá un avión hoy, a las seis de la tarde. Eres la única que puedes detenerlo.
- No, yo no puedo hacer nada. David todo acabó entre Rubén y yo y lo sabes. Además me cuesta creer mucho eso que dices. Quieres tomarme el pelo como una vez lo hizo tu amigo. Pero no lo conseguirás esta vez no. Esta tonta, ya no es tan tonta. Lo siento pero voy a colgarte.
No, no me podía creer eso. ¿A Etiopía, dice? Imposible. No, no eso no podía estar pasando. Pero, ¿Y si fuera verdad? ¿Y si se va para siempre? Es cierto que dije que no quería volverlo a ver en mi vida. Dije que ya no lo quería, que esta vez era le definitiva. Que no ocupa ningún lugar en mi vida. Pero, si eso fuese verdad, si se fuese para siempre. No, no lo soportaría. La verdad es que me estuve engañando todos estos meses, la verdad es que le quiero tanto o más que el primer día. Tenía que verlo con mis propios ojos. Quizás iría y me encontraría sola como una tonta, mientras ellos se reían de mi. Pero, no podía quedarme con la duda.
Capitulo II. El aeropuerto.
Llegué a aquel lugar que olía a despedidas y bienvenidas. A lágrimas y sonrisas. A tristeza y alegría. Aquel lugar lleno de gente que esperaba y otras que despedían con abrazos, besos y miradas hacia atrás. Ese lugar repleto de maletas con frases como, "Te echare de menos", "llámame en cuanto llegues", "te cuidado", "acuerdate de mi"... 
Busqué con la mirada entre la multitud de gente, aún queda una hora para que el avión despegue. Fue entonces cuando lo ví. Allí entre la multitud. Estaba más alto desde la última vez que nos vimos meses atrás, más rubio, más guapo y sus ojos era de un azul más profundo, más color cielo. Cuando los vi pensé en todas las veces que me refleje en ellos. Estaba más moreno y sin peinar, el pelo lo tenia más largo de como lo recordaba, se había puesto un pendiente de coco marrón que le favorecía bastante. Una camisa de los rolling y unos vaqueros.
- Has venido.
- Fue un impulso, quería comprobar si era cierto eso que me dijeron.
- Pues ya vez, tan cierto es como que estamos hoy los dos aquí.
- ¿Por qué a Etiopía?
- No sé, es un lugar diferente, poco común. Quiero desaparecer.

- ¿Por un tiempo?
- Eso depende de ti. Se me monto en ese avión será para siempre.

- ¿De mi?
- Sí, aún tenemos una hora. Podrían cambiar las cosas.
- Nada va a cambiar Rubén, y lo sabes.
- Aún no me perdonaste. 
- Jamás lo haré y lo sabes.
- Entonces, ¿por qué viniste?
- Pensé que me estaba mintiendo David que estabais compinchados para gastarme una broma. Quería comprobarlo.
- Pues ya ves que es verdad.
- Preferiría que fuese una broma.
Agaché la cabeza y me la levantó suavemente y me dijo:
- Sabes que no es necesario que coja ese avión.
Cada vez estaba más cerca de sus labios y yo me ponía cada vez más nerviosa. Di un paso hacia atrás.
- ¿Sabes por qué me enamore de ti?
Capitulo III. El principio.
- Me enamoré de esa forma tan peculiar que tienes de decir las cosas, me enamoré de tus sonrisas, de tus chistes malos que a nadie le hacia gracia, me enamoré del color de tu pelo, de esa forma tan especial que tienes de besar y de decir en cada beso que me quieres más que a tu vida. Me enamoré de tu formar de andar. Me enamoré de las discusiones con reconciliasión incluida. Me enamoré de tu mirada. Me enamoré de una gran mentira.
- ¿Me sigues queriendo?
- Muchísimo.
- Dime que me quede, y me quedo para siempre.
- No. No puedo pedirte eso lo siento.
- ¿Pero por qué? Deja que me quede. Déjame arreglar lo que rompí. Déjame hacerte feliz. Volver a empezar.
Capitulo IV. A veces el amor no es suficiente.
- No. No lo entiendes. No hay nada que arreglar. No hay nada que hacer por nosotros.
- Dejarás que me marche sin más.
- Lo siento. No puedo hacer otra cosa.
- ¿Pero, por qué? ¿Por qué no me dejas que luche por lo nuestro? Yo te quiero, te quiero muchísimo.- De sus ojos comenzaban a salir lágrimas. De los mios hacia ya tiempo que salían.
- Yo también te quiero, yo te quiero más que a mi vida. Rebosamos de amor.
- Entonces, ¿cuál es el problema?
- Que a veces el amor no es suficiente.
Capitulo V. La despedida.
- Dentro de cinco minutos saldrá el avión. ¿Puedo pedirte la última cosa que quiero que hagas por mi?
- Claro.
- Bésame. El último, por favor.
- Solo si me prometes que jamás te olvidarás de mi.
- Sabes que eso es imposible.
Me acerqué. Me agarro fuerte de la cintura y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Levante mi cuerpo apoyándome en la punta de mis pies, para poder alcanzar así sus labios con los mios. Los rocé y susurré en un suave hilo de voz. "Te quiero." Y nos besamos, con fuerza. Fue el mejor beso de mi vida. Y el último de los dos. No dejaba de llorar. Me socó las lágrimas con sus dedos y me dijo. "Yo no, yo te amo."
Sonó el aviso de que el avión iba a despegar en cinco minutos, interrumpiendo así aquel momento tan magico y especial que se había creado.
-Adiós, Ángela.
-¿Adiós?
- Si, adiós para siempre.
- ¿Sabes? siempre se te dió bien mentirme, deberías hacerlo ahora.- Le pusé mi dedo indice en su boca y le dije:- No digas nada, dejame que yo imagina mi propio final. Es más que esto no sea el final, que simplemente no lo haya. Hasta siempre Rubén.
Cogió sus maletas, se dio la vuelta y echó a andar hacia el avión. Sin mirar hacia atrás. tragué un poco de saliva me sequé las lágrimas y lo vi entrar en el avión. Intente convencerme a mi misma de que no pude hacer nada, pero los sentimientos de culpabilidad y remordimientos empezaron a acudiar a mi cabeza. Y antes de que despejase el avión ya estaba totalmente arrepentida de no haberle pedido que se quedará. Ya era demasiado tarde...
O quizás no. Quizás estaba a tiempo de coger el siguiente vuelo a Etiopía y pedirle que regresara...