Fue un placer haber podido compartir esos ratitos de tardes en mi habitación. Aquel beso, aquellas conversaciones. Sms de madrugada recordándome que en algún momento del día te habías acordado de mí. Aquellos toques que te daba para que supieras que yo también te pensaba.
¡Y cuanto te pensaba, amor!
Pero se acabó, corazón. Las cosas cambian y nadie tiene la culpa de ello, no lo puedo negar, esto duele. Duele como a veces te siento demasiado dentro. Como aún siguen existiendo, estas ganas que a veces me ganan.
Pero hay que asumir cuando has perdido, cuando se acabó. Cuando dejamos de ser algo más para convertirnos en solo amigos.
No puedo negar que me perdí en un mundo de ilusión, temor y felicidad, me gustaba ese mundo, pero me encontré con la realidad. Realidad que se presentó sin avisar. Realidad que hiere.
Y quizás en algún lugar del tiempo, exista la posibilidad que por algún casual nuestros labios se vuelvan a juntar y vayan más allá, donde esta vez, cariño, no pudimos llegar.
Y quizás, solo quizás, algún día tú si te atrevas a volver para terminar lo empezado.
Mientras tanto seguiré disfrutando del recuerdo que me dejó tus labios. Seguiré disfrutando de tus ojos color café en silencio y de esa sonrisa que sacas cuando digo alguna tontería.
Si por casualidad llegas a leer esto, solo quiero que sepas que me alegro que no hayas salido del todo de mi vida