- Los que escriben un diario, es porque se sienten solos.
+ No es verdad. Es porque tienen algo que contar, porque su vida es diferente. Y, aunque nunca lo confiesen, siempre esperan que alguien lo descubra, lo lea a escondidas para así poder conocer la verdadera personalidad del autor.

viernes, 25 de marzo de 2011

Bonitas las casualidades de la vida.

Cogió las llaves, se colocó la maleta en un hombro, la chaqueta en la mano y los cordones de un zapato los llevaba desabrochado. El móvil se le olvido encima de la mesita, así que no llevaba los auriculares puesto.
Iba con unos pantalones color café, una camiseta de rayas blanca y azul a juego con sus converse. Su pañuelo favorito, de "la suerte" blanco y su chaqueta de cuero negra.
Andaba con soltura y rapidez, no era habitual en ella ir tarde a los sitios. Pero esa mañana fue diferente. Esa mañana iba tarde, quizás era la primera vez en su vida.
Estaba cerca de la plaza cuando lo vio aparecer. Lo veía caminar hacía ella con aquellos andares tan peculiares, tan únicos, tan suyos. Esos andares que ella tan bien conocía.
Cruzaron las miradas, alguna que otra sonrisa, dos besos.
- Hola. ¿Qué tal estás?- dijo con una enorme sonrisa.
- Hola, muy bien. ¿Y tú?- dijo con una inmensa sonrisa que acompaño a la de él.
- También. ¿Ahora vas para el instituto?-
Pensó en decirle que llevaba prisa y que ya hablarían luego. Pero la verdad es que eso era lo que menos le importaba, en ese momento solo le importaba qué decirle para seguir esa conversación un minuto más y poder seguir disfrutando de su sonrisa.
- Sí. ¿Y tú no vas a la universidad?
- Sí, pero iré por la tarde. Bueno luego hablamos ¿no?
- Sí, sí, claro.
Se miraron, antes de que ella se volviese y siguiese su camino, dejando en el aire todas las miradas, sonrisas y palabras dichas en ese momento, convertido ya en un recuerdo.
Esa mañana el sol calentaba su espalda mientras caminaba. Se notaba que la primavera había llegado. Y con ella alergias, estornudos, flores... y la suerte, o al menos eso pensaba ella desde esa mañana, que la suerte le acompañaba.
Desde esa mañana presentía que todo saldría bien, que nada ni nadie le borraría su sonrisa, al menos de momento. Desde entonces ella siempre salía tarde de su casa, por si el destino le tenía preparada alguna casualidad tan linda como la de esa mañana.
Quizás, él a partir de esa mañana, siempre saliese a tirar la basura, pensando en esa casualidad que haría que se volviesen a encontrar. Pero eso solo él lo sabe.
Una tarde ella se enfrento al miedo, y pensando en que no tenía nada que perder le mando un sms.
- "Hola. Me preguntaba si este finde tendrías un hueco para ayudarme en mates. Espero tu respuesta, un beso."
- "Sí, sí por supuesto. ¿Este sábado te viene bien? A la hora que tú digas. ¿Qué estas dando en mates? Un beso."
- "¿El sábado? Perfecto. ¿Qué te parece si quedamos a las 17:30 en mi casa? Estoy dando geometría. Un beso."
- "Ok. Esté sábado a las 17:30 en tu casa, allí estaré puntual. Un beso"

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