- Los que escriben un diario, es porque se sienten solos.
+ No es verdad. Es porque tienen algo que contar, porque su vida es diferente. Y, aunque nunca lo confiesen, siempre esperan que alguien lo descubra, lo lea a escondidas para así poder conocer la verdadera personalidad del autor.

jueves, 10 de marzo de 2011

Bajo mi paraguas se quedo el olor de su cigarro.

Hoy estaba lloviendo mucho más que ayer. Pero la lluvia no fue un impedimento para que yo pudiera salir.
Hoy volvimos a quedar, si a pesar de lo mucho que llovía, a pesar de todo, volvimos a quedar,como amigos por supuesto.
Todo fue tan raro, tan mágico, lo sentí todo tan de verdad que por un momento me olvide de todo. Me olvide del daño que me hizo, me olvide de aquel pastel de chocolate, me olvide de que habíamos quedado como amigos y de que no iba a pasar nada entre nosotros, al menos en este momento. Que si yo me enfadaba queriendo y andaba algo más ligera él no iría detrás de mi para cogerme de la cintura y apretarme fuerte contra su pecho, jugar un poco con nuestras narices hasta caer en la tentación de volver a besar nuestros labios. Pero eso no iba a pasar.
Estábamos allí caminando, comezó a caer las primeras gotas y abrí mi paraguas. Él me imito intentando abrir el suyo pero no podía, y cada vez llovía más fuerte y el paraguas parecía haberse quedado atascado.
- Ñoñito, el paraguas se ha rato.- Me dijo imitando la voz de niño pequeño cuando esta triste.
Me reí como hacía tiempo no lo hacía, me reí como solo él sabe hacerme reí.
- Ven, tonto ponte bajo el mío.
Los dos bajo el mismo paraguas, por las mismas calles que recorrimos meses atrás agarrados de la mano. Sacó un cigarro, se lo puso en la boca y lo encendió con aquel mechero que me quito.
- Me resulta familiar ese mechero.
- ¿Sí?, pues no sé-  Me dijo haciéndose el tonto.
- Pues creo que ese mechero es mio.- Le dije intentando quitárselo.
- Venga ya tonta, si tu no lo utilizas.
- Jo devuélvemelo...- Dije poniéndole ojitos de cordero.
- "Jo devuélvemelo..."- Me imito poniéndome ojitos de cordero.
Empecé a reírme y él acompaño mi sonrisa con una mayor.
- No me remedes estúpido. Y devuelvemelo ya.- Dije entre risas tontas.
Me volvió a remedar. No me devolvió mi mechero, me quito mi permanente azul, mi paraguas sigue oliendo a su cigarro, apenas estudie porque constantemente me hacia reír con algún comentario. Estuvieron a punto de echarnos de la biblioteca, y hoy entendí que a veces las miradas dicen mas que las palabras.

2 comentarios:

  1. Impresionante! es completamente precioso...
    un beso enorme desde mi blog =)

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  2. Gracias Erika, espero que estés muy bien, un besito! :)

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