- Los que escriben un diario, es porque se sienten solos.
+ No es verdad. Es porque tienen algo que contar, porque su vida es diferente. Y, aunque nunca lo confiesen, siempre esperan que alguien lo descubra, lo lea a escondidas para así poder conocer la verdadera personalidad del autor.

domingo, 19 de febrero de 2012

Un cuerpo muy pequeño para tener tantos problemas dentros.

"Demasidas prisas, demasiado estrés, demasiados pensamientos, demasiadas dudas, demasidos caminos elegir y ninguno lleva a nada bueno, demasiados tíos, demasiadas borracherasdemasiada maldad en mi corazón, demasiada dulzura en mi mirada. Demasiados engaños, demasiado desengaños. Demasidas cosas no pensadas ni con el corazón, ni con la cabeza. Demasiada frialdad dentro de tantas calenturas. Demasiadas palabras dichas antes de tiempo, palabras que dicen lo contrario a lo que pienso. Demasiada falsedad. Demasiadas mentiras dentro de una misma verdad. Demasiados "demasiados" hay dentro de mi. 
Y mientras los "demasiados" inundan cada espacio de mi cuerpo. Yo me entretengo con los cuerpos de otros."
Es día se nos hizo tarde para los dos, y aquella tarde disfrazamos nuestros pensamientos con palabras y miradas. Unas cuantas risas nerviosas y un solo movimiento de dedos fue lo que nos llevo a aquella locura, a acabar los dos desnudos en mi cama. No estábamos seguro de que aquel sofá aguantará nuestro ritmo, incluso dudé si yo podría seguir al tuyo. Te volviste un loco y me arrastraste a tu locura, pequeño.
No dudaste cinco segundo cuando a gritos pediste conocer mi habitación, bajo aquella triste luz que entraba por mi ventana, siendo testigo las paredes de aquel descontrol, me tumbaste de un empujón, me miraste con rabia y te mordiste el labio. Tus manos marcaron el camino que luego siguió tu lengua, pasaste por cada parte de mi cuerpo, y lo hiciste más de una vez. Te amarraste fuerte a mis caderas, parecía que nunca te soltarías de allí. 
Tu mano subía, mientras tu lengua baja. Aquella tarde el sol se escondía cuando tus manos sacaban a la luz todos mis defectos y virtudes, me desnudaste entera, en cuerpo y alma y no me dio tiempo a pensar, ni si quiera a arrepentirme. La luz rojiza del sol que traspasaba las cortinas de mi habitación dejo ver la figura de tu cuerpo junto al mio, tu mano en mi cintura. Mientras tanto, las mías arañaban tu espalda. Cambio violento, mi pelo estorba. Subíamos y bajábamos al compás del tiempo, al ritmo que marcaba las agujas del reloj, la cama sonaba, pensé que no aguantaría mucho tiempo, pero no nos importo, no nos importaba nada, solo el llegar al cielo juntos. Tus dedos caminaban por mi espalda desnuda, mis pies rodeaban tu cintura. Me devolvió la jugada bajado su mano más allá de las caderas, mis gemidos sonaban más allá de las cuatro paredes de la habitación. Tu respiración entre cortada se me clavaba en mi nuca, ambos bailábamos al mismo son. Todo estaba envuelto por aquella magia, que acabó cuando tu saliste por la puerta. Aquella magia dejo un espacio a la felicidad, a la satisfacción de hacer las cosas de bien. De hacerlo sin sentimientos, sin preocupaciones. Así tanto que no me sentía así de bien... "Que alegría, que buen día... Que bueno fue tener... Que bien estoy quién me lo diría..."
Querida vida: dame una tregua para poner orden en mi cabeza, y quizás de paso también este jodido corazón, que ni si quiera sé porque sigue latiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario