- Los que escriben un diario, es porque se sienten solos.
+ No es verdad. Es porque tienen algo que contar, porque su vida es diferente. Y, aunque nunca lo confiesen, siempre esperan que alguien lo descubra, lo lea a escondidas para así poder conocer la verdadera personalidad del autor.

jueves, 27 de enero de 2011

Razonamientos lógicos que dan quebraderos de cabeza.



Ella. Y sus razonamientos lógicos que me dan quebraderos de cabeza. Que me hace pensar en lo que no quiero. Aun así. La quiero.
- ¿Qué tal llevas el examen?
- Lo voy a suspender.
- ¿Pero por qué?
-  Dejemoslo en que cierto factor a intervenido en la hora de mi estudio.
- ¿De qué factor hablas?
- Hablo de que me he pasado 6 horas pensando en ese puto factor. Con el puto libro de biología abierto por la misma puta página. Ya que el puto factor de los cojones no me dejaba en paz, no quería salir de mi mente. ME DESCONCENTRABA. Y me ha sido imposible estudiar.
- Él. ¿Verdad?
- Sí, de nuevo él. Se volvió a colar en mi cabeza. No hay manera de sacarle de allí. Seis putas horas pensando en esas siete putas letras. ¿Ves? Lo vuelvo hacer. Vuelvo a pensar en él. Ya ni me doy cuenta.
- ¿Qué paso esta vez?
- Volvió a nombrar a las putas medias.
- Olvídalo.
- ¡No! No puedo. Bueno, no quiero hacerlo. Y sí, venga llámame idiota, tonta, imbécil, gilipollas, capulla, ilusa, ingenua, ridícula, estúpida, inocente. Creeme me lo repito a mi misma constantemente. Lo que sea. Menos sacarle de mi vida. No puedo sacarlo. No quiero hacerlo.
- Pero tía, si es gilipollas.
-Lo sé. Él es el gilipollas más gilipollas del mundo. Y me encanta ese gilipollas y sus gilipolleces. Y me gusta que me hable el siempre, el primero. Y que nunca me diga que me quiere. Y notar que se muere de ganas por hacerlo, tanto como yo o más. Porque sé que lo hace. Sé que se muere de ganas por hacerlo. Y yo porque lo haga. No, no puedo hacerle desaparecer de mi vida.
- Muy bien. Pues hazlo. Si es lo que quieres dejate. Dejate besar, tocar. Deja que el juegue contigo. Que te mienta. Corre. Mientete a ti misma una vez más. Corre ilusionate como has echo siempre. Corre a sus brazos, escucha eso que tanto deseas. Creete que te quiere. Y vuelve a engañarte.
- ¿Sabes que sería feliz?
- Bueno, sí, tienes razón. Minutos. Eso duraría tu felicidad. Luego, se acabó. Y después, sufrirás, sufrirás mucho. No lo olvides.
- ¿Sabes? Me da igual sufrir después. Merece la pena tan sólo por ser feliz una vez más junto a él. Aunque esa felicidad dure minutos o segundos. Estoy segura de que habrá merecido la pena.
Y ojala todo el mundo se equivocase. Incluida yo, que sé que en el fondo llevan razón.

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